domingo, 27 de diciembre de 2009

TAL VEZ MAÑANA
(fragmento)

Cuando Lina pasea sola tiene miedo a menudo; pero prefiere el miedo muchas veces a la compañía. Teme que no la entiendan. Ahora por la tarde, con la gente en el trabajo y los veraneantes de excursión, sesteo o pesca en las rocas lejanas, los caminos están deliciosamente desiertos, templados por el sol. Ahí mismo a la puerta de la tienda, hay un gato asomado, sentado al sol, con sus grandes ojos que miran medio cerrados voluptuosamente. Parece pensar lo mismo que ella. Los bichos lo entienden todo. ¿Estarán locos también los animales? ¿O, simplemente, soñarán un sueño infinito? Lina se inclina y le rasca con suavidad la cabeza. Sus uñas rojas hacen un bello efecto entre el pelo sedoso y negrísimo de felino, que cierra los ojos y mantiene la cabecita apretada contra las uñas. Si Lina apoya un instante las yemas de sus dedos en la cabeza, siente el calor de la sangre, el movimiento de la piel y hasta las sensaciones de gratitud del pequeño animalejo.
"Se llama Moro", dice de súbito una voz a su lado. Ella, inclinada, no alcanza a ver más que las piernas vestidas de azul de un hombre. Será el dueño. "Moro" es un nombre vulgar de gato, pero Moro agradece las caricias y se está quietecito.
"Es mi amigo también", insiste la voz dulcemente. Lina se levanta. Es Demetrio, el loco.
-¡Ah, es usted!
-¿Me conoces? -dice él-. Todo el mundo me conoce. ¿Cómo te llamas?
-Lina.
-Lina es un bonito nombre. Yo me llamo Demetrio. Vamos, Moro.
Moro se levanta y anda tras Demetrio. Van a volver la esquina y la muchacha los sigue.
-¿Quieres venir con nosotros?
-Sí -dice Lina. Andan los tres hacia el mar. Moro camina perezosamente, estirándose a menudo con sus uñas clavadas en la arena [...]

José María Sánchez Silva, escritor español (1911-2002).

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